Carta de las directoras

Astrid Puentes Riaño, AIDA
Anna Cederstav, AIDA

Los acontecimientos sin precedentes de este año nos han obligado a ir más despacio y a pensar detenidamente en nuestras vidas, familias y futuro; en las personas y lugares que más queremos.

La pandemia, la crisis climática y el colapso económico mundial han golpeado y golpearán más fuerte a una comunidades que a otras, dejando al descubierto las desigualdades sistémicas inherentes al tejido mismo de nuestras sociedades. Está claro que no podemos volver atrás.

Pese a ello, gobiernos e industrias en toda América Latina están impulsando una recuperación económica basada en la forma tradicional de hacer las cosas, arraigada en la explotación de recursos naturales y en megaproyectos que dañan ecosistemas y a las comunidades que los cuidan mejor.

Como ciudadanas y ciudadanos del mundo, debemos preguntarnos: ¿Qué sigue?

En AIDA creemos que hay otra manera de hacer las cosas. Tenemos la oportunidad de construir colectivamente un mundo mejor. Y sabemos que el equipo de AIDA, de expertas y expertos en derecho y ciencia, puede ayudarnos a lograrlo.

Por ello estamos trabajando para llevar casos climáticos antes los tribunales, abogando por una transición justa que deje atrás a los combustibles fósiles y por la rendición de cuentas de las instituciones financieras, y fortaleciendo los derechos territoriales de la mano de las comunidades indígenas y tradicionales: las mayores guardianas de nuestro planeta y quienes lo conocen mejor. En décadas de trabajo, hemos aprendido que no puede haber justicia hasta que las personas más vulnerables sean parte de las soluciones.

La construcción de un futuro justo requiere innovación y tenacidad. Necesita que todas y todos nos hagamos presentes. Te invitamos a unirte para lo que sigue.

Sinceramente, 

Anna Cederstav & Astrid Puentes Riaño // Codirectoras ejecutivas de AIDA

 

AIDA en cifras, 2019-2020

+10000
aliados involucrados en seminarios web, talleres e intercambios de experiencias
+7500000
vistas de informes, entradas de blog, redes sociales y páginas web
$1684519
ingresos totales

Protegiendo lugares invaluables en el continente americano

Así como el Arrecife Mesoamericano se extiende por casi mil kilómetros por las costas de cuatro países, los ecosistemas interconectados de América Latina son la columna vertebral de la biodiversidad de la región. Las playas escarpadas o suaves, humedales, bosques tropicales y los altos picos andinos regulan el clima y proveen agua y alimento. Estos invaluables lugares naturales y las especies que albergan, nos conectan con nuestra tierra.

Preservarlos, como hemos aprendido de las comunidades indígenas y tradicionales, es proteger la vida en este planeta. Los casos en los que trabajamos ayudan a conservar entornos naturales en todo el continente americano, apoyar a comunidades que los defienden y a promover una región más saludable y resiliente.

[Mueva el cursor sobre cada ecosistema para saber más.]

Hacia un financiamiento responsable

Looking up large Amazon tree into green canopy

“Consideramos fundamental que los bancos, fondos monetarios y otras instituciones financieras tengan en cuenta los impactos probables de los proyectos que financian”, dice convencida Marcella Ribeiro, abogada de AIDA.

Una muestra real de esos impactos es el desplazamiento forzado de cerca de 20 mil personas, incluidas las poblaciones tradicionales cuyos hogares quedaron sumergidos, la desintegración de las estructuras sociales de pueblos indígenas y el deterioro de sus medios de vida a causa de la construcción de la represa hidroeléctrica Belo Monte en plena Amazonía brasileña.

Estas consecuencias son inadmisibles para el Fondo Global de Pensiones del Gobierno de Noruega, uno de los mayores inversionistas del mundo.

Por ello, en mayo pasado, excluyó de su cartera de inversiones a Eletrobras, propietaria de casi la mitad de la hidroeléctrica y en control del consorcio que financió el proyecto.

De ese modo, Eletrobras —la mayor empresa de servicios públicos de Brasil— se quedó sin los 74 millones de dólares que el Fondo tenía invertidos en acciones y bonos de la firma estatal. Esta considerable desinversión constituye un ejemplo importante para otros inversionistas y envía un claro mensaje a Eletrobras sobre la necesidad de mejorar su desempeño.

El Fondo noruego —que opera bajo directrices éticas y retira de su portafolio a las empresas que no las respetan— siguió las recomendaciones de su Consejo de Ética, el cual consideró que Eletrobras incurrió en el “riesgo inaceptable” de contribuir a serias y sistemáticas violaciones de derechos humanos por su participación en Belo Monte.

Marcella, a nombre de AIDA y como parte de un esfuerzo conjunto de varias organizaciones de la sociedad civil, había informado al Consejo acerca de la situación de la población indígena y ribereña afectada por Belo Monte —cuya lucha hemos respaldado por años— y de las acciones judiciales nacionales e internacionales interpuestas contra el proyecto.

Lo hizo porque tiene claro que toda institución financiera está obligada a respetar los derechos humanos y a evitar que sus inversiones resulten en abusos contra estos.

La decisión del Fondo noruego es un precedente importante para desincentivar la continuidad de proyectos no sostenibles y mal llamados de desarrollo como Belo Monte.

“La rendición de cuentas es clave para evitar inversiones que dañen los derechos humanos y el ambiente, para mostrar que un financiamiento responsable y ético es posible”, dice Marcella.

La rendición de cuentas es clave para evitar inversiones que dañen los derechos humanos y el ambiente, para mostrar que un financiamiento responsable y ético es posible.

Marcella Ribeiro, abogada de derechos humanos de AIDA

De la mano con las comunidades

La fuerza de AIDA viene de las personas a las que apoyamos y de las que aprendemos cada día. En un intercambio de saberes, nuestro equipo legal y científico trabaja de cerca con comunidades indígenas y tradicionales, mujeres y activistas que defienden su territorio, recursos naturales, modos de vida y cultura. Nos transmiten la sabiduría ancestral detrás del cuidado de ecosistemas clave, la valentía que implica cuidar el planeta en un contexto de alto riesgo y la importancia de la equidad de género en la solución de las problemáticas sociales y ambientales más urgentes.

Aprendiendo a protegernos

group of people holding sign for justice

Marcelina es una mujer indígena con carácter y convicción. Vive en un poblado escondido entre las montañas del occidente mexicano. Pertenece y es vocera del movimiento que defiende el río y los sitios sagrados de la zona de los daños de proyectos energéticos promovidos por el gobierno.

En octubre pasado, viajó a Bogotá, Colombia, para reunirse con más de 70 personas defensoras del ambiente de 11 países de América Latina. Allí conectó su lucha con la de otras personas —indígenas, campesinas y afrodescendientes— que como ella protegen entornos, territorios y derechos fundamentales.

En una región ubicada sistemáticamente como la más peligrosa para la defensa del ambiente, AIDA asumió con éxito el reto de reunir a defensoras y defensores para construir colectivamente un futuro más seguro.

Fue un fructífero intercambio de experiencias y visiones sobre situaciones de riesgo, mecanismos y buenas prácticas de protección.

“Nuestra protección está en las redes, en nuestras capacidades diferenciadas y diferentes de tejer puentes de intercambio de saberes, experiencias y conocimientos”, expresó una de las personas defensoras.

Liliana Ávila, abogada sénior de AIDA, quedó conmovida con la participación y las valiosas conclusiones del encuentro; entre ellas la importancia de considerar el contexto y el enfoque de género, así como la necesidad de fortalecer el cuidado propio y la protección comunitaria.

“Fue como riqueza que se junta. Queríamos aprender de los contextos personales, pero también salirnos de ellos para comprender que hay diferentes formas de protegernos entre todos y todas, incluidas estrategias para exigir que los Estados nos brinden protección inmediata y frenen la violencia”, dijo.

Un círculo de mujeres abogadas indígenas

Women's circle of indigenous maya attorneys in Guatemala

“En Guatemala, como en muchas otras partes del mundo, las oportunidades para las mujeres se han peleado duramente y para las mujeres indígenas, esa lucha ha sido doble”, dice Jovita Tzul.

Ella es una abogada maya que trabaja defendiendo los derechos y el territorio de comunidades indígenas en Guatemala. Junto con Liliana Ávila y Rosa Peña, abogadas de AIDA, Jovita reunió a un grupo de abogadas indígenas de todo su país en un taller realizado en agosto.

Desde las tierras altas hasta la selva del Petén, ellas viajaron a la capital para entrar en contacto con colegas en una comunidad creciente de abogadas que provienen de distritos históricamente ausentes de los espacios de poder pese a representar a casi la mitad del país.

El evento dio lugar al primer círculo de mujeres indígenas abogadas de Guatemala: mujeres que lideran la lucha para defender territorios y culturas ancestrales, enfrentando al mismo tiempo desafíos sociales.

Por su parte, Jovita, junto con AIDA y otras organizaciones, ha acompañado legalmente la resistencia pacífica de la microrregión de Ixquisis contra las enormes represas que amenazan su tierra y agua. En este sentido, ella ha ayudado a posicionar y empoderar a la resistencia local de mujeres en defensa de su territorio.  

El círculo, diseñado para el intercambio y el enriquecimiento mutuo, reveló que la lucha por la justicia ambiental y climática es también una lucha contra el racismo y el sexismo.

En el pasado, esas problemáticas estructurales y arraigadas, explica Jovita, han relegado a las mujeres indígenas a roles subordinados en una sociedad patriarcal. Pero la generación de mujeres a la que ella pertenece está reclamando el poder, que viene de su identidad.

En el círculo, las mujeres se conectaron entre sí a través de sus historias compartidas de perseverancia, determinación y de lucha por los derechos de su pueblo.

“No se puede buscar la fuerza en el lugar de donde fue tomada, hay que buscarla donde se originó”, dice Jovita. “Obtuvimos la fuerza de nuestros antepasados, no puedo negar quiénes son, así que no me niego a mí misma”.

Incluso su elección de ropa —muchas de ellas visten el traje tradicional maya cuando litigan casos o se presentan ante jueces— es una postura política en un mundo creado por y para hombres, señala.

"Es una forma de poner a nuestras madres, a nuestras abuelas, en el lugar que se merecen y de llevarlas con nosotras ante los altos tribunales de esta nación”. 

Miles de latidos por un corazón

Indigenous man overlooking Laguna Katchiminka, Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia

El corazón del mundo no está solo. Es protegido por cuatro pueblos, la Línea Negra, el Decreto 1500 y miles de colombianas y colombianos.

Los pueblos Wiwa, Arhuaco, Kankuamo y Kogui narran que en la Sierra Nevada de Santa Marta se originó la vida y todo lo que conocemos. Por eso es el "corazón del mundo". Sin sus latidos, no habría aire o fuego, animales, personas o alimentos. Los pueblos de la Sierra son sus guardianes ancestrales.

Las fronteras del corazón las delimita la Línea Negra, que se dibuja con la unión de 348 sitios sagrados georreferenciados y en cuyo espacio convergen la historia, la cultura y la biodiversidad. El Decreto 1500/18 reconoce la importancia de este lugar, lo protege de intervenciones y es el resultado de veinte años de trabajo de las comunidades indígenas. 

Sin embargo, es una región amenazada por la violencia, proyectos mineros y otras actividades extractivistas. Cuando supimos que pidieron la nulidad del Decreto 1500 ante el Consejo de Estado, nos movilizamos para actuar, siempre guiados por sus guardianes.

Así, en julio, miles de corazones en el mundo se sincronizaron por la Sierra. 

Los pueblos unieron fuerzas con la alianza Amigos de la Sierra, conformada por más de diez organizaciones, AIDA incluida, para iniciar la defensa del decreto. Llamamos a la ciudadanía para conseguir #1500Latidos por el corazón del mundo.

¡La respuesta fue esperanzadora!

Al llamado se unieron más ambientalistas, personas defensoras, otros pueblos, organizaciones locales, grupos universitarios, celebridades como Carlos Vives, Marcela Carvajal, Doctor Krápula y los Rollings Ruanas, y miles de colombianos más.

En la red social Twitter fue el tema más comentado del día. El apoyo fue inmenso. Medios locales, nacionales e internacionales como la BBC y la DW hicieron una cobertura profunda de las amenazas que vive la Sierra Nevada y sus comunidades.

El Estado colombiano supo que el corazón del mundo nunca latirá solo.

En noviembre, el Consejo de Estado acordó incluir oficialmente a los cuatro pueblos en el caso para que así puedan argumentar contra la nulidad del Decreto y negó la suspensión provisional mientras se lleve a cabo el proceso, por lo que el Decreto sigue vigente.

Ahora, la protección del corazón del mundo está en manos del Consejo de Estado de Colombia.

No se puede buscar la fuerza en el lugar de donde fue tomada, hay que buscarla donde se originó. Obtuvimos la fuerza de nuestros antepasados, no puedo negar quiénes son, así que no me niego a mí misma.

Jovita Tzul, abogada indígena de Guatemala

Litigar por el futuro

Tropical coastline with reef

Ante la crisis, la acción. Pocas veces tenemos la oportunidad de forjar el futuro. Hoy conocemos el diagnóstico de nuestro planeta, existe el tratamiento y debemos exigir que se cumpla.

De esto se trata el litigo climático, de exigir ante las cortes que los causantes de la crisis climática se hagan responsables e implementen soluciones de manera justa.

Esta acción legal está elevando la discusión y poniendo de relieve la rendición de cuentas. Solo en Estados Unidos hay más de 800 litigios y en el resto del mundo, más de 250. Docenas se están convirtiendo en referentes.

“Para impulsar efectivamente estrategias de litigio climático, necesitamos más abogadas y abogados calificados que conozcan los contextos nacionales y tengan los recursos necesarios para llevar adelante casos clave con toda la complejidad técnica y social que implican”, dice Javier Dávalos, abogado senior del programa de Cambio Climático.

Con esto en mente, desde 2018, AIDA ha construido una comunidad de práctica de litigio climático. Durante este año la fortalecimos, creando un espacio de apoyo mutuo que reúne a organizaciones y activistas que exigen acciones climáticas justas en representación de la juventud, pueblos afrodescendientes e indígenas, mujeres, comunidades urbanas y campesinas, entre otros.

Algunos litigios buscan fallos que ordenen a gobiernos adoptar acciones climáticas, otros demandan a las corporaciones por su responsabilidad en la crisis y otros más buscan la reparación de graves violaciones a los derechos humanos. Los caminos son varios, el objetivo es el mismo: la justicia climática y un futuro digno.

Apoyamos la redacción y fortalecimos argumentos relacionados al cambio climático y desarrollamos estrategias jurídicas para abordar problemas como el uso de carbón, el fracking, la contaminación del aire y las trabas legales a las energías renovables.

Construir conocimiento es esencial para atender estos temas. Los argumentos que son llevados a las cortes son construidos por equipos interdisciplinarios que aportan su experticia legal, científica y social. Además, toman en cuenta el conocimiento ancestral y los aportes de las comunidades afectadas. Así podemos exigir acciones climáticas con perspectiva de derechos humanos y de género.

“El litigio climático que se gesta en América Latina usa las leyes y el conocimiento científico, para que la acción climática respetuosa de los derechos humanos sea una obligación y no un acto de buena fe”, dice Javier. “Será en ese terreno donde se concrete el camino del futuro que queremos y necesitamos”.

Para impulsar efectivamente estrategias de litigio climático, necesitamos más abogadas y abogados calificados que conozcan los contextos nacionales y tengan los recursos necesarios para llevar adelante casos clave con toda la complejidad técnica y social que implican.

Javier Dávalos, abogado senior de AIDA

Nuestra visión

La suma de situaciones críticas que el mundo y particularmente América Latina enfrentan no ha hecho más que reforzar la idea de futuro que buscamos materializar: la de un mundo más justo.
 
Vislumbramos la justicia desde dos enfoques: el ambiental y el climático. Ello nos hace trabajar en defensa de los derechos de las comunidades afectadas por la degradación ambiental, sobre todo las más vulnerables. Y nos mueve a frenar actividades que agraven la crisis climática, promoviendo al mismo tiempo alternativas sostenibles que tengan en cuenta a las personas.
 
Bajo ese amplio esquema y teniendo como herramientas principales la ley y la participación pública, nuestra labor se traduce en aportes diversos y estratégicos.

Defender a comunidades indígenas y locales
Salvaguardar ecosistemas que reducen y mitigan los impactos del cambio climático
Proteger a personas defensoras del ambiente
Llevar energía limpia a América Latina
Abogar por un aire sano

Nuestro equipo

Nuestras abogadas y abogados nacieron en América Latina y trabajan en la región, al igual que la mayoría de las personas de nuestro equipo. Trabajan virtualmente en ocho países de América del Sur, Central y Norte.

6
Hombres
25
Mujeres
Área Científica
3
Área Legal
17
Administración
5
Comunicación
4
Recaudación
2

Finanzas

Programas
89.72
Recaudación
 
1.95
Adminstración
 
8.33